¿Hora de la comunicación interna?

En todas las empresas hay un cajón de tareas eternamente pendientes. Esas que muestran más las buenas intenciones que la capacidad de obrar. Y una de las tareas que suelen estar ahí es el de la comunicación interna. Siempre de moda, pero pocas veces gestionada como se merece atendiendo a los grandes beneficios que puede reportar.

La crisis que vivimos actualmente la ha puesto en valor, porque los empleados no solamente necesitaban que la empresa cumpliera con todas las condiciones como hasta ahora, sino también que les protegiera. Y que lo hiciera comunicándoles constantemente lo que estaba haciendo para ello.

Además, es en épocas difíciles cuando más necesidad hay de información y de liderazgo. Cuando más se necesita mirar al timón y ver que al frente hay una persona y un equipo que sabe, que tiene experiencia, formación, que toma decisiones correctas y que además comparte la información con todos los integrantes del equipo. No se trata de explicar cómo lo has hecho cuando has llegado a buen puerto, sino de que todos conozcan el plan anticipadamente. A qué puerto vamos, por qué a ese y no a otro, qué responsabilidad tiene cada uno de los integrantes del equipo y cuáles son los objetivos comunes.

Pese a la obviedad de que se trabaja mejor cuando conoces todos esos detalles, hay empresas que hacen que sus empleados se “suban” cada día a una jornada laboral como el que lo hace a un autobús sin saber ni quién conduce ni a dónde va. Y la falta de información genera incertidumbre, y de ahí a la desconfianza y a la falta de identificación con la actividad y los valores propios de la empresa.

La comunicación interna no tiene como objetivo motivar al empleado. Puede ser una consecuencia, pero no es motivo por el que se debe llevar a cabo. La motivación es un trabajo individual. Pero sí tiene como objetivo que el trabajador conozca los valores de la empresa, los comparta y se identifique con ella, y eso repercutirá positivamente en la relación con la empresa, en el sentimiento y orgullo de pertenencia, fidelidad y por supuesto también en su productividad.

Finalmente, queremos remarcar el carácter estratégico del empleado en la reputación de una empresa. El informe global “Edelman Trust Barometer” ya reveló que a la pregunta “¿A quién crees más cuando solicitas información honesta y veraz sobre los ingresos de las compañías, su capacidad operativa y sus principales logros?” la respuesta mayoritaria en todos los casos fue que a los empleados, por encima del CEO y de otros profesionales de la empresa.

Cualquier opinión de un empleado sobre su propia empresa tiene mucha credibilidad,  y si es negativa o muestra desafecto repercute muy negativamente. Por ello, además de trabajar la comunicación externa, es fundamental darle la importancia que tiene a la comunicación interna.